Friday, November 27, 2009

PROVOCACIÓN by Adolfo R. Taylhardat

EL UNIVERSAL
Opinión – Miércoles 25 de noviembre de 2009


PROVOCACIÓN Adolfo R. Taylhardat

La voladura de los dos puentes fronterizos no tiene en el Derechos Internacional otro calificativo que el de acto deliberado de provocación. Cuando entre dos países existe una situación de tensión que pudiera desembocar en un conflicto, si en ambos países gobiernan personas serias y responsables, conscientes de lo que significaría un conflicto entre vecinos, los gobernantes de esos Estados se abstienen de llevar a cabo cualquier tipo de acto que pudiera profundizar las fricciones.

En el caso presente está claro que uno de los dos gobernantes, el de nuestro país, lejos de buscar atenuar las tensiones, lo que persigue es aumentarlas para provocar un incidente y crear condiciones para generar un conflicto armado.

Hasta ahora las provocaciones se habían mantenido en el marco de la retórica y la diatriba. Los insultos sin precedentes que el teniente coronel presidente de este país ha dirigido a su par colombiano obviamente perseguían provocar una reacción que a su vez pudiera servir de justificación para desatar el conflicto. Los improperios que el inquilino de Miraflores le ha enfilado al Presidente Uribe no tienen precedente en la historia diplomática. Ni en los momentos más críticos de la confrontación Este–Oeste se escucharon agresiones verbales como las que emplea el gerifalte. Ni siquiera Fidel Castro ha llegado a emplear un lenguaje tan vejatorio y agresivo como el que utiliza el mandante venezolano.

Pero la retórica cede ahora el paso a las vías de hecho. Estamos en presencia de un primer acto de provocación deliberadamente planificado para exacerbar la paciencia del gobierno colombiano e inducirlo a reaccionar como normalmente lo haría un país enardecido por una instigación de esa naturaleza.

Sin embargo el gobernante colombiano, dando una vez más demostración de serenidad, cordura y paciencia, sigue sin dejarse arrastrar por las provocaciones. El carácter de acto de provocación de la destrucción de los dos puentes lo ha confirmado el propio mandante venezolano cuando se mofa del hecho diciendo que no se trató del puente de Brooklyn ni del Golden Gate, sino de unas simples “pasarelas” que eran utilizadas para pasar contrabando, transportar droga y permitir el tránsito de “paramilitares”.

El hecho mismo de que se trataba de simples “pasarelas”, puentes colgantes de fabricación artesanal, pone en evidencia la desproporción de la acción llevada a cabo por el ejército venezolano cumpliendo instrucciones del jefe del Estado. Esto último es así porque difícilmente un jefe militar habría tomado por su cuenta una iniciativa de esa naturaleza. La acción tiene que haber sido ordenada o autorizada desde Miraflores, lo que convierte al jefe del Estado en responsable directo del hecho y de sus consecuencias.

Es posible que efectivamente ese puente sirviera para lo que ahora se pretende esgrimir como excusa para destruirlo (contrabando, tráfico de droga, paso de paramilitares ¿y los otros irregulares colombianos qué?) Pero ¿había necesidad de dinamitarlo? ¿No fue el empleo de dinamita una manera de hacer más espectacular la provocación cuando esa frágil estructura pudo haber sido derribada a fuerza de mandarriazos? ¿O es que los soldados venezolanos son tan débiles que no pueden levantar una mandarria? ¿Por qué durante los 20 o 30 años que tenían de existencia no se impidió el paso de contrabandistas, traficantes de drogas e irregulares colombianos?

Lo ocurrido no tiene otra explicación que un irracional propósito de provocar un conflicto con el hermano país.

www.adolfotaylhardat.net